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martes, 21 de septiembre de 2010

BOCA El prócer




Palermo excede la condición de ídolo de Boca: a esta altura es San Martín, un ilustre que sigue dejando marcas y sumando testigos para una historia que se contará por mucho tiempo.

¿Qué es Martín Palermo? No es sólo un goleador. Sus récords, sus hitos, exceden el rótulo. No es simplemente un ídolo. Sus conquistas, su mentalidad ganadora, lo elevan a la estatura de leyenda. No es apenas un hombre. Sus golpes, la forma en que se repuso, su espíritu inquebrantable, lo hacen un gladiador. No es solamente la cara de una sola moneda (o de un club). Es, el superhéroe argentino.

¿Qué es Martín Palermo? ¿Es una personalidad ilustre? ¿Es respetado por su cualidad? ¿Es alguien que disfruta de una especial consideración entre los hombres de su clase y profesión? ¿Es un patriota que quedará en los libros? Es, sí, todo eso. Por lo cual, no hay definición del diccionario que se le escape. También es, así, un prócer nacional.

¿Qué es Martín Palermo? Es el jugador de la TV digital que hoy compite como ningún otro con las imágenes en blanco y negro. Es un goleador que viene a mostrar en estos tiempos lo que era uno de otra época, los Erico, los Masantonio, los Pelegrina, los Sanfilippo (ahí está, detrás de ellos). Es esa historia viviente que te hará testigo a vos, a él y a todos de sus gestas, el que te dará derecho al “yo lo vi” cuando alguien se atreva, en años, a pretender repetir alguno de sus sucesos. Es de esa clase de celebridades de la pelota al que el fútbol mismo debería dejar de ponerle ‘peros’ para reconocerlo, homenajearlo y, por qué no, empezar a aplaudirlo por aquello que hizo, por aquello que transmite y que ya supera los colores de una camiseta.

Es Martín Palermo el del gol 100 a Colón con la rodilla rota, el del penal pateado con las dos piernas a Platense que terminó en la FIFA, el del regreso increíble ante River, el de la gloria ante el Madrid y el del llanto en sus goles a Banfield tras la muerte de su hijo recién nacido, el mismo Palermo del gol de cabeza de 39 metros a Vélez, el del zurdazo de 65 metros a Independiente, el del gol del murciélago en un clásico de verano, el que superó a Varallo y a Cherro, el que el domingo por primera vez les hizo goles a dos arqueros distintos en un partido.

Es Martín Palermo el de los tres penales errados contra Colombia y el de esa Copa América con el ojo en compota, el mismo Palermo del tabique roto en el agónico gol a Perú por las Eliminatorias y el jugador argentino más veterano en convertir un gol en un Mundial, en el mismo Mundial que Messi no pudo hacer ninguno, en un Mundial que se cuestionaba su presencia, acaso en el único Mundial que haya tenido Maradona como técnico de la Selección.

Es Martín Palermo el hombre de las mil imágenes. El de los 20 hitos. El inmortal. El prócer que con casi 37 años sigue defendiendo una misma frase de su ley: “Nunca queda una última cosa por hacer”.

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